Estamos a costumbrados a ver toda clase de vídeos porno en webs como ilove.porn, pero si nos remontamos al pasado, la industria del porno vivió una auténtica edad dorada durante la década de los 70. Era el momento más álgido de la libertad sexual, a pesar de que los ecos del hippysmo ya quedaban lejanos. El sexo había pasado a convertirse en algo intenso y salvaje, que no tenía que ver nada con la paz y el amor, sino simplemente con el placer y el disfrute. Y eso se mostraba también en las películas eróticas de la época, en una industria que comenzaba a despuntar incluso creando grandes producciones. Los cines X se extendieron por todo Estados Unidos, e incluso llegaron a muchos lugares de Europa. Mientras que en algunos países la censura hacía de las suyas, en la Costa Oeste, concretamente en el Valle de San Fernando, el sexo se convertía en un nuevo nicho de mercado. Hombres y mujeres llegados de todo el mundo trataban de convertirse en estrellas de las películas para adultos, a tan solo unos kilómetros del brillo ya no tan fuerte de Hollywood.
Este es el merco elegido por el director Paul Thomas Anderson para mostrarnos la historia de Dirk Digglet, un actor que se convierte en la máxima estrella porno del momento. Con todo lo que eso supone, claro está, porque la visión del director no se queda solo en lo divertido y excitante del placer. La industria del porno movía mucho dinero en aquellos tiempos, igual que en estos, solo que en los 70 las cosas estaban mucho más desbocadas. La droga se expandía sin casi oposición, y muchos consumidores ni siquiera conocían los efectos perjudiciales de lo que tomaban. Y luego estaba el tema del sexo, que había pasado a convertirse en algo importantísimo, casi imprescindible para la vida de muchos. A través del ascenso y caída de Digglet, Anderson nos lleva a un recorrido por finales de los 70 y principios de los 80, mostrando el esplendor y el ocaso de la propia industria del porno. Boogie Nights provocó mucha polémica en un primer momento, por tratar un tema tan tabú todavía a finales de los años 90. Sin embargo, consiguió el aplauso unánime de la crítica y también de un público que necesitaba más visiones arriesgadas como aquellas en temas espinosos. Hoy en día, Boogie Nights es un film de culto.
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